“No me digas que el cielo es el límite, cuando hay huellas en la luna”, es una frase del cantante estadounidense, Paul Brandt que tengo presente desde que me convertí en tripulante de cabina y decidí emprender el camino hacia mis sueños: ser una mujer preparada, empoderada e independiente; digna de representar a la mujer venezolana que saca día a día adelante su vida y la de su familia.
¿Nacemos o nos convertimos en mujeres empoderadas? Soy fiel creyente en que el hogar sigue siendo la escuela más importante que tenemos. Allí se forjan y afianzan los valores, los sueños, el amor propio sin importar las circunstancias adversas o favorables. Es en ese lugar llamado hogar donde definimos internamente, qué seremos de adultos.
Recuerdo muchas veces las palabras de mi madre aconsejándome desde niña, diciéndome que era yo y solo yo, la persona indicada para construir mi vida; esa vida que tanto quería, la que aún quiero. Solo yo sería capaz de dármela. Al principio parecían solo consejos lindos pero a medida que avanza la vida puedo ver que fueron los mejores consejos de amor propio y de empoderamiento. Entendí que no era mi deber esperar por nada ni por nadie para creerme que sería capaz de algo.
Mi primer encuentro con lo que pensé que era el concepto de “empoderamiento” fue a los diecisiete años. Tomé la decisión de trabajar para apoyar a mis padres con mis gastos, adquirir mis cosas y ser independiente. Quería sentirme adulta, dueña y señora de mis decisiones, especialmente en la administración de mi dinero y lo alcancé. Sin embargo comprendí en su concepto más profundo, que el verdadero EMPODERAMIENTO era el sentirnos fuertes y seguras al momento de tomar cualquier decisión en nuestra vida, sin sentir el miedo de ser o no, validadas por alguien de nuestro entorno.
Años después, hoy comprendo que aquella independencia que estaba buscando tenía el nombre de empoderamiento, y realmente lo conseguí. El verdadero empoderamiento venía de aquellos consejos que recibía desde mi hogar, “no tienes que esperar por algo ni nadie para lograr lo que quieres”, “trabaja por lo que quieres”.
Por eso mis pilares son trabajo fuerte, constancia y disciplina. Eso es lo que me ha permitido tener una larga trayectoria en reinados de belleza. Si me preguntan cuál es la enseñanza o cualidad más significativa que me han dejado los reinados, sin duda alguna serían, la confianza y la seguridad dentro de mí, las he aprovechado para sacar el potencial que tengo y alcanzar grandes cambios en mi entorno.
¿Quién quiere ser Diana Silva? Quiero ser esa representante que apuesta al cambio de la visión que se tiene de las mujeres en el mundo. Especialmente de nuestra propia visión. Hoy no solo soy un título, la “Miss Venezuela”, sino que llevo con orgullo ese ímpetu de seguir adelante, de hacer realidad lo que sueño con toda la seguridad del mundo, de soñar a lo grande por nosotras, y ayudar a cumplir los sueños de muchas.
Soy la imagen de esa mujer que tiene las ganas y el poder de sacar adelante lo propio y lo de los suyos. Cada paso que di no fue fácil, pero lo fácil no te lleva a cosas que valgan la pena. Agradezco a Dios por todo y le agradezco a Venezuela por darme esta oportunidad de convertirme en una mujer empoderada ¡Gracias!