Hablar de belleza es un tema controversial. En Venezuela el concepto de “belleza” ha formado parte de nuestra idiosincrasia. En diferentes escenarios internacionales hemos sido reconocidos como “el país de las mujeres más bellas”, “las ganadoras de coronas y concursos”. Somos referencia de moda, belleza y logros.
Creo en esa idiosincrasia. Hoy por hoy pertenezco a ese grupo de venezolanas ganadoras de la corona más deseada del país. Aún así, el concepto de belleza va más allá de lo que tenemos a la vista. Es un concepto abstracto y no posee una única definición.
El gusto por lo que es o no bello, varía de acuerdo a la construcción social y experiencia que pueda tener cada persona. En efecto, el concepto físico de la belleza continúa estando presente; su evolución también. La observamos en la educación, la lectura, el trabajo, el amor hacia nosotras mismas, la búsqueda constante de mejorar para que la visión de la belleza que cada uno posee sea cada vez más nítida ante nuestros propios ojos.
Como venezolana, soy creyente de esa belleza en mi país. Esa que representa nuestro sello universal: la calidez humana. La calidez es ponerse en el lugar de la otra persona y entenderla. Es ese “no sé qué”, capaz de atraer y conquistar a todo aquél que de una u otra forma, ha tenido conexión con Venezuela.
La belleza de nuestras mujeres y jóvenes se forma desde el hogar, con esa interacción en nuestra familia, amigos, la educación y los valores que nos ayudan a construir ese amor propio, permitiéndonos ser nosotras mismas delante de quien sea y donde sea.
Solemos expresar lo aprendido en nuestra forma de vestir, de hablar, de arreglarnos pero especialmente, en el trato cálido que damos al otro, sin importar si es una amistad, alguien que conocemos recientemente e incluso, un extranjero. Lo que nos importa es hacernos sentir tan bien.
Mi Venezuela es sinónimo de calidez humana, esa que debemos avivar, cuidar y cultivar en nosotros y en cada hogar venezolano. Mi consejo es distanciarnos cada vez más de esa belleza que fija estereotipos, con la que constantemente nos bombardean en publicidades y que por el contrario, nos acerquemos hacia aquella que guarda empatía y seguridad en sí misma.